Caminando por la orilla del mar podemos aprender muchas cosas. La observación de otras personas, el contacto con la naturaleza, la conexión con tu propio cuerpo son algunas de las fuentes de información más interesantes de esta actividad. Sin duda que el paseo es una imagen del camino de la vida. Por eso queremos compartir contigo una lección aprendida este verano: Nos gusta saber cuándo hay marea alta o baja.
En la pleamar falta el espacio suficiente y tienes que avanzar entre obstáculos. Cuando la playa se ensancha, tenemos más ventajas… Pero lo más importante es que necesitamos que la arena esté firme para poder caminar sin problemas: por eso preferimos hacerlo en bajamar, sobre la arena mojada.
Cuando tus pies se hunden, te falta el apoyo necesario, y haces mucho más esfuerzo al andar. Te cansas mucho: tus músculos y tus articulaciones se resienten. Cuando la arena te sostiene, avanzas con menos esfuerzo. Así es en la vida: si no tenemos una tierra firme sobre la que apoyarnos, no avanzamos o nos cansamos mucho al hacerlo. ¿Qué es el suelo firme? Cada uno tendrá que responder a esa pregunta. ¿Dónde te apoyas en tu vida? ¿Es realmente firme? Porque hay cosas que cuando haces presión, se hunden… Tus fuerzas son tus piernas, tu cuerpo. El suelo está por debajo, es tu cimiento.
Eso es lo que explica que algunas personas se hundan en determinados acontecimientos y otras, por el contrario, consiguen salir adelante. Así que, como dicen en el Camino de Santiago. ¡Más lejos! ¡Más alto! ¡Ultreia! ¡Esuseia!
