Son ya dos años los que llevamos inmersos en esta crisis económica. ¡Esto va en serio! Sobre todo porque no sabemos todavía cómo y cuándo se va a salir de ella. Los ajustes de la economía familiar, el crecimiento de las personas desempleadas, los recortes en gastos sociales, el desmantelamiento del Estado de Bienestar… son muchas noticias duras que duran mucho tiempo.
¿Se puede crecer en este contexto? Siempre se puede crecer. El ser humano es capaz de vivir en el Ártico y en el Sahara. También es capaz de vivir y crecer en la crisis. ¡Ésa es su gran dignidad! ¿Cómo hacerlo?
Para crecer siempre hay que desarrollar el pensamiento, los sentimientos y la acción. Y hacerlo en tiempos de crisis implica además cambiar, renovarse, adquirir otro esquema de vida. Una imagen que nos puede ayudar a comprendernos en este momento es la crisálida: el gusano de seda entra en una cápsula, donde él mismo se encierra, se disuelve a sí mismo, para renacer renovado. Algo así es lo que nos toca vivir en este tiempo.
Sería una grave pérdida no haber cambiado nada de las circunstancias que nos han llevado, personal y socialmente, a esta crisis. Hay que encerrarse, conectar con el interior y reestructurarnos. ¿Qué cosas se han derrumbado en esta dificultad? ¿Mi deseo de disfrutar a toda costa, de vivir sin otro horizonte que la seguridad económica? ¿Con qué herramientas vamos a poder vivir una nueva vida? Yo creo en algunas, como la vida sencilla y la comunicación interpersonal. Pero seguro que tú sabes otras muchas.
¡Algún día naceremos mariposas!
